Meta superada

Es martes, hace tres días en casa. Ha pasado un mes de la partida y parece una vida. Aún mis ojos están embriagados de paisajes y colores. Tantas imágines devoran mi cerebro que no puedo ordenarlas, los perfumes de las flores de los valles se cuelan timidamente en la vieja rutina del diario vivir. El sol destella en mi habitación, ese mismo sol que iluminaba cada milimetro recorrido. Entendi muy bien que para llegar a un destino hay que recorrer metro a metro, no se pueden saltear etapas, la paciencia es un don del viajero cuando el paisaje es sólo arena durante cientos de kilometros.. Cuán grande es el desierto de Atacama, pero se pasa y de repente, como inocentemente, comienzan a aparecer arbustos secos que al compás de la brisa marina dan lugar a verdes valles. La luna llena quiso ser nuestra vigía, y como si hubiesemos pactado con ella que en este enero del 2010 saliera oronda en el cielo dos veces, nos acompañó en la ansiedad de los primeros pasos y selló la alegría del reencuentro en familia.
Todo lo proyectado se cumplió, y más aún, se superaron todas las expectativas.
A nuestros protectores visibles e invisibles les digo GRACIAS, ahora es tiempo de fiesta, es tiempo de maduración y volver a empezar soñando nuevos destinos.